Servicios inmobiliarios éticos

Servicios inmobiliarios éticos

Bertrand Russell

“En cada comunidad, incluso en la tripulación de un barco pirata, hay acciones obligadas y acciones prohibidas, acciones loables y acciones reprobables. Un pirata tiene que mostrar valor en el combate y justicia en el reparto del botín; si no lo hace así, no es un ‘buen’ pirata. Cuando uno hombre pertenece a una comunidad más grande, el alcance de sus obligaciones y prohibiciones se hace más grande; siempre hay un código al cual se ha de ajustar bajo pena de deshonra pública” (Sociedad humana: ética y política. 

Bertrand Russell

 

Existe una buena cantidad de códigos deontológicos (como, por ejemplo, el código deontológico europeo para profesionales inmobiliarios, o el código deontológico y de conducta profesional del API) y decálogos éticos afectos a la profesión inmobiliaria (promovidos por asociaciones y empresas del ramo, que se suelen asociar al comportamiento “razonable” de los agentes). La lectura, no obstante, de estos textos nos deja… un tanto fríos. Y es que se habla de pequeñas virtudes, de virtudes razonables, de evitar la envidia y la maledicencia, de ser profesionales, de no engañar, de no vilipendiar, de hacer de uno los intereses del cliente y, al fin, de lo práctico y de lo argumentable, y, por tanto, de algo usualmente lejano del cliente y de su comportamiento en la compraventa o arrendamiento de inmuebles. Por eso cuando un ciudadano lee estos códigos puede escandalizarse. Por eso, quizás, sean códigos meramente internos.

 

¡Ay! En mariatomasa.com nos tomamos muy en serio la ética, personal y social, como base de nuestro propio comportamiento. Pero para poder desarrollar nuestro trabajo en tal marco, necesitamos ponernos en el lugar de nuestros clientes… y de nuestros colegas. Y para esto necesitamos reparar en las cosas importantes: en aquéllas que marcan la diferencia.

 

Por eso hacemos bandera de las grandes virtudes frente a las pequeñas verdades razonables (que por supuesto respetamos, como cualquier hijo de vecino bien educado, pero que nos parecen insuficientes para la práctica diaria de una profesión en la que es, por encima de todo, el cliente, con su diversidad de comportamientos, quien conforma). Nos gusta, así, el tono y cariz de Las Pequeñas Virtudes que describe Natalia Ginzburg:

 

Las pequeñas virtudes

 

“Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo de éxito, sino el deseo de ser y de saber. Sin embargo, casi siempre hacemos lo contrario. Nos apresuramos a enseñarles el respeto a las pequeñas virtudes, fundando en ellas todo nuestro sistema educativo. De esta manera elegimos el camino más cómodo, porque las pequeñas virtudes no encierran ningún peligro material, es más, nos protegen de los golpes de la suerte. Olvidamos enseñar las grandes virtudes y, sin embargo, las amamos, y quisiéramos que nuestros hijos las tuviesen, pero abrigamos la esperanza de que broten espontáneamente en su ánimo, un día futuro, pues las consideramos de naturaleza instintiva, mientras que las otras, las pequeñas, nos parecen el fruto de una reflexión, de un cálculo, y por eso pensamos que es absolutamente necesario enseñarlas”

Natalia Ginzburg

 

Nos agrada tomar la palabra a aquéllos que la dan con naturalidad, compromiso y diligencia, y para nosotros no hay trato mejor que aquél que se sustancia en la voluntad irreductible de mantener la palabra dada. Nos encanta la puntualidad, y a la vez asumimos los imponderables de la vida diaria de nuestros clientes y, sobre todo, que ellos no suelen ser empresas, con agendas automatizadas ni empleados que velan por sus citas, así que nos aprestamos a ayudarles con esa gestión. Nos rebelamos contrala práctica de quedar con clientes, para visitar una finca, en zonas diferentes de las que radica el inmueble, en burdo intento de garantizar la operación. Nos felicitamos por la confianza que depositan en nuestra empresa nuestros clientes propietarios de inmuebles, que nos procuran muestras diarias de respeto y bonhomía. Nos lamentamos de las personas sin palabra que mantener y, por tanto, sin palabra que esperar. Nos congratulamos de que en este sector, el inmobiliario, haya trabajo para todos.

 

¿Cuál es la diferencia entre las pequeñas virtudes y las grandes? Volvamos a Natalia Ginzburg:

 

Natalia Ginzburg

“En realidad, la diferencia es sólo aparente. También las pequeñas virtudes provienen de lo más profundo de nuestro instinto, de un instinto de defensa, pero en ellas la razón habla, sentencia, diserta, brillante abogado de la incolumidad personal. Las grandes virtudes provienen de un instinto en el que la razón no habla, un instinto al que me resultaría difícil poner nombre. Y lo mejor de nosotros está en ese mudo instinto, y no en nuestro instinto de defensa, que argumenta, sentencia, diserta con la voz de la razón” .

Natalia Ginzburg

 

Cuando en mariatomasa.com hablamos de “Servicios Inmobiliarios Éticos” nos referimos, precisamente, no al instinto defensivo-profesional-corporativo, sino al otro, al sentido intuitivo ético que acompaña a las cosas importantes y que, a la larga (como tiene que ser) define, paso a paso, nuestro carácter.